Expiación Objetiva

Esto significa que la expiación hace su impresión principal sobre la persona a quien se aplica. Si un hombre hace mal y presenta una satisfacción, ésta tiene la intención de influenciar a la persona ofendida y no a la parte que ofendió. En el caso que estamos considerando significa que la expiación se intenta para propiciar a Dios y reconciliarlo con el pecador. Indudablemente esta es la idea fundamental, pero no implica que no podamos también declarar que el pecador ha sido reconciliado con Dios. La Biblia hace esto en más de un lugar, Rom. 5: 10; II Cor. 5: 19, 20. Pero debería recordarse que esto no equivale a decir que el pecador está expiado, lo que significaría que Dios hace restitución o reparación, que El es el que presenta la satisfacción al pecador. Y aun cuando hablamos del pecador como reconciliado ya, debemos entenderlo como algo que es secundario. El Dios reconciliado justifica al pecador que acepta la reconciliación y de este modo hace en su corazón mediante el Espíritu Santo, que el pecador deponga también su perversa separación de Dios, y que así participe de los frutos de la expiación perfecta de Cristo. En otras palabras, el hecho de que Cristo reconcilia a Dios con el pecador da por resultado una acción refleja sobre el pecador, en virtud de la cual se dice que éste ha sido reconciliado con Dios. Puesto que la expiación objetiva mediante Cristo es un hecho cumplido, y ya es el deber de los embajadores de Cristo inducir a los pecadores a que acepten la expiación y pongan fin a su hostilidad para con Dios, no hay que asombrarse de que el lado secundario y subjetivo de la reconciliación sea muy prominente en la Escritura. Esta declaración acerca del carácter objetivo de la expiación está colocada en primer plano, debido a que presenta la diferencia principal entre aquellos que aceptan la doctrina de la satisfacción de la expiación y aquellos que prefieran alguna otra teoría.

 

Y ahora, se preguntará si este concepto de la expiación tiene apoyo en la Escritura. Parece que lo tiene muy amplio. Nótense las siguientes particularidades:

 

1. El carácter fundamental del sacerdocio apunta claramente en esa dirección. Aunque los profetas representaban a Dios entre los hombres, los sacerdotes en su obra sacrificadora e intercesora representaban a los hombres en la presencia de Dios, y por tanto, miraban en dirección hacia Dios. El escritor de Hebreos lo expresa de este modo: "Porque todo sumo sacerdote tomado de entre los hombres es constituido a favor de los hombres en lo que a Dios se refiere", 5: 1. Esta declaración contiene los siguientes elementos:

a. El sacerdote, tomado de entre los hombres, es un miembro de la raza humana, de manera que está capacitado para representar a los hombres.

b. Está designado a favor de los hombres, es decir, para trabajar en los intereses de éstos.

c. Ha sido designado para representar a los hombres en cosas que a Dios se refieren, es decir, en cosas que se dirigen hacia Dios, que miran hacia Dios, que terminan en Dios. Esta es una indicación clara del hecho de que la obra del sacerdote contempla fundamentalmente a Dios. Y no excluye la idea de que la obra sacerdotal tenga también una influencia refleja sobre los hombres.

 

2. La misma verdad se comunicaba por medio de la idea general de los sacrificios. Estos claramente tienen una referencia objetiva. Aun entre los gentiles se traen no a los hombres, sino a Dios. Se suponía que producen un efecto en Dios. La idea bíblica de los sacrificios no difiere de ésta en su referencia objetiva. Los sacrificios del Antiguo Testamento se traían a Dios, como fundamento para expiar el pecado, pero también como expresiones de piedad y gratitud. De aquí que la sangre tenía que traerse hasta la presencia íntima de Dios. El escritor de los Hebreos dice que "lo que a Dios se refiere" consiste en ofrecer dones y sacrificios por el pecado". Los amigos de Job recibieron orden de traer sacrificios, "para que no", dice el Señor, "os trate afrendosamente", Job 42: 8. Los sacrificios tenían que ser útiles para aplacar la ira del Señor.

 

3. La palabra hebrea kipper (piel) expresa la idea de la expiación por el pecado valiéndose de la idea de cubrir el pecado o al pecador. La sangre de los sacrificios se interpone entre Dios y el pecador, y en vista de ella la ira de Dios se aparta. Por tanto, tiene el efecto de apartar la ira de Dios de sobre el pecador. En la Septuaginta y en el Nuevo Testamento los términos hiláskomai y hilasmós se usan en un sentido relativo. El verbo significa "hacer propicio", y el nombre, "un aplacamiento" o "los medios de aplacar". Son términos de carácter objetivo. En el griego clásico se construyen frecuentemente con el acusativo de theos (Dios), aunque no hay ejemplo de esto en la Biblia. En el Nuevo Testamento se construyen con el acusativo de la cosa (hamartías), Heb. 2: 17, o con peri y el genitivo de la cosa (hamártion), I Juan 2: 2; 4: 10. El primer pasaje se interpreta mejor a la luz del uso del hebreo kipper; el último puede interpretarse similarmente, o con theon como el objeto sobreentendido. Hay tantos pasajes de la Escritura que hablan de la ira de Dios, y de Dios como disgustado con los pecadores, que estamos perfectamente justificados al hablar de una propiciación a Dios, Rom. 1 : 18; Gal 3 : 10; Ef. 2 : 3 ; Rom.5 : 9. En Rom. 5 : 10 y 11 : 28 los pecadores se nombran como "enemigos de Dios" (echthroi) en un sentido pasivo, indicando, no que sean hostiles a Dios sino que son el objeto del santo disgusto de Dios. En el primer pasaje este sentido se impone por su conexión con el versículo previo; y en el último por el hecho de que echtroi se contrasta con agapetoi; que no significa "amadores de Dios", sino "amados de Dios".

 

4. Las palabras katalasso y katalage significan "reconciliar" y "reconciliación". Señalan la acción por la que un enemigo se cambia en amigo, y seguramente tiene, ante todo, un significado objetivo. El ofensor reconcilia, no a sí mismo, sino la persona a quien ha ofendido. Esto se descubre con claridad en Mat. 5: 23, 24: "por tanto si trajeres tu presente al altar y ahí te acordares que tu hermano tiene algo contra ti, deja ahí tu presente delante del altar y ve, reconcíliate primero con tu hermano (lo que en esta conexión únicamente puede significar, reconcilia a tu hermano contigo mismo, que es objetivo), y luego ven, y ofrece tu presente". El hermano que ha hecho la supuesta injuria está invitado a remover la ofensa. Debe propiciar o reconciliar a su hermano consigo, mediante cualquiera compensación que se requiera. En relación con la obra de Cristo las palabras que estamos considerando, en algunos ejemplos denotan ciertamente el efecto de un cambio en la relación judicial entre Dios y el pecador, mediante la moción de la demanda judicial. De acuerdo con II Cor. 5: 19 el hecho de que Dios reconcilia el mundo consigo se hace evidente de que no les reconoce sus pecados. Esto no apunta a ningún cambio moral en el hombre, sino al hecho de que las demandas de la ley están cumplidas, y que Dios está satisfecho. En Rom. 5. 10, 11 el término "reconciliación" puede entenderse únicamente en un sentido objetivo, porque:

 

a. Se dice que ya fue efectuada por la muerte de Cristo, en tanto que la reconciliación subjetiva es resultado de la obra del Espíritu

 

b. Se efectuó mientras todavía éramos enemigos, es decir cuando éramos todavía objetos de la ira de Dios

 

c. Se presenta en el versículo 11 como algo objetivo que hemos recibido.

 

5. Los términos lutron y antilutron son también objetivos. Cristo es el Goel, el libertador, Hech. 20: 28; I Cor. 6: 20; 7: 23. Redime a los pecadores de las demandas de la justicia retributiva de Dios. El precio se paga a Dios por medio de Jesucristo como representante del pecador. Es claro que la Biblia nos justifica con abundancia al adscribirle un cargo objetivo a la expiación. Además, hablando estrictamente, la expiación en el sentido adecuado de la palabra siempre es objetiva. No hay tal cosa como una expiación subjetiva. En la expiación siempre es la parte que ha hecho el mal la que da satisfacción al que fue injuriado.