Conceptos Históricos Acerca de la Expiación

Con respecto a este asunto ha habido mucha diferencia de opinión. Debemos distinguir las siguientes posiciones:

 

QUE LA EXPIACIÓN NO ERA NECESARIA

 

La consideraban por lo general, como algo puramente arbitrario los nominalistas de la Edad Media. Según Duns Escoto no era necesaria de modo inherente, sino que fue determinada por la voluntad arbitraria de Dios. Esto negaba el valor infinito de los sufrimientos de Cristo, y los consideraba como un mero equivalente de la satisfacción que se debía, la cual se había complacido Dios en aceptar como tal. En esta evaluación, Dios habría aceptado cualquier otro substituto y hasta podría haber ejecutado la obra de redención sin demandar satisfacción de ninguna clase. Socinio también negó la necesidad de la expiación. El arrancó la columna fundamental de semejante necesidad negando la justicia que en Dios exige que el pecado sea castigado absoluta e inexorablemente. Para él la justicia de Dios significó únicamente su equidad y rectitud moral, en virtud de las cuales no hay depravación o iniquidad en ninguna de sus obras. Hugo de Grocio lo siguió en esta negación sobre la base que considera a la ley de Dios como un edicto positivo de su voluntad, que Dios puede aflojar o poner a un lado totalmente. Los arminianos participan de los conceptos de Grocio sobre este punto. Uno y todos niegan que hubiera sido necesario que Dios procediera de manera judicial en la manifestación de su gracia, y sostuvieron que podría haber perdonado el pecado sin demandar ninguna satisfacción. Schleiermacher y Ritschl, que han tenido una influencia dominante en la teología moderna, se apartaron por completo del concepto judicial de la expiación. Como abogado de las teorías místicas y de influencia moral de la expiación, negaron el hecho de una reconciliación objetiva, y por tanto, por implicación, también su necesidad. Con ellos y con toda la teología moderna ancha, en general, la explicación se convierte únicamente en un acuerdo mutuo (at one ment), o reconciliación efectuada mediante el cambio de las condiciones morales del pecador. Algunos hablan de una necesidad moral, pero rehúsan reconocer cualquier necesidad legal.

 

QUE FUE RELATIVA O HIPOTÉTICAMENTE NECESARIA

 

Algunos de los más prominentes Padres de la Iglesia, como Atanasio, Agustín y Aquino, negaron la necesidad absoluta de la reconciliación y le adscribieron una mera necesidad hipotética. Tomás de Aquino difirió de esta manera de Anselmo, por una parte; pero también, por otra parte, de Duns Escoto. Esta fue también la posición tomada por los Reformadores. El rector Frank dice que Lutero, Zwinglio y Calvino evadieron unánimemente la doctrina de Anselmo respecto a la necesidad absoluta de la expiación, y le adscribieron nada más una necesidad relativa o hipotética, basada en el soberano albedrío de Dios, o en otras palabras, sobre el decreto divino. Participan de esta opinión Seeberg, Mosley, Stevens, Mackintosh, Bavinck, Honig y otros. Compárese también Turretin, en su obra The Atonement of Christ, p. 14. Calvino dice: "Profundamente nos atañe que el que había de ser nuestro Mediador tuviera que ser verdadero Dios y verdadero hombre. Si inquiriéramos acerca de la necesidad de esto descubriríamos que no es lo que comúnmente se llama necesidad simple o absoluta, sino que se deriva del decreto divino del que depende la salvación del hombre. Lo que era mejor para nosotros, nuestro Padre misericordioso lo determinó". La expiación fue necesaria, por tanto, debido a que Dios soberanamente determinó que el pecado no podría ser perdonado sobre ninguna otra condición. Esta posición sirvió como natural para exaltar el soberano albedrío de Dios al hacer provisión para la redención del hombre. Algunos teólogos posteriores, tales como Beza, Zanchius y Twisse, participaron de esta opinión, pero según Voetius el primero de estos cambió de opinión al final de sus días.

 

QUE FUE ABSOLUTAMENTE NECESARIA

 

En la Iglesia primitiva ya Ireneo había enseñado la necesidad absoluta de la expiación, y esto fue acentuado por Anselmo en la Edad Media en su obra ¿Cur Deus Horno? La teología Reformada, en general, mostró una correcta y decidida preferencia por este concepto. Sin prestar atención a lo que haya pasado en los últimos días de Beza, tenemos por cierto que eruditos como Voetius, Mastricht, Turretin, á Marck y Owen, todos sostienen la necesidad absoluta de la expiación y la fundan particularmente en la justicia de Dios, aquella perfecta moral por la cual El necesariamente mantiene su santidad en contra del pecado y del pecador e inflige el debido castigo a los transgresores. Consideraron que la expiación es el único camino en el que Dios puede perdonar el pecado y al mismo tiempo satisface su justicia. Esto es también la posición de nuestros símbolos confesionales.  Este concepto es indudablemente el- más satisfactorio y parece encontrarse en mayor armonía con las enseñanzas de la Biblia. Negarlo envuelve realmente la negación de la justicia punitiva de Dios como tina de las perfecciones inherentes del Ser divino, aunque los Reformadores como es natural, nada de esto quisieron negar en forma absoluta.