Extensión de la Expiación

1. EL PUNTO EXACTO A DISCUSIÓN. La pregunta con que tenemos que enfrentarnos en este punto no es:

a. Si la satisfacción rendida por Cristo fue en sí misma suficiente para la salvación de todos los hombres, puesto que esto se admite por todos;

b. Si los beneficios salvadores se aplican actualmente a cada hombre, porque la gran mayoría de aquellos que enseñan una expiación universal no creen que todos serán efectivamente salvos

c. Si la bona fide oferta de salvación se hace a todos los que escuchan el evangelio, sobre la condición del arrepentimiento y la fe, puesto que las iglesias Reformadas no tienen duda alguna sobre este punto.

d. Si alguno de los frutos de la muerte de Cristo resultan para el beneficio de los no elegidos en virtud de su estrecha asociación con el pueblo de Dios, puesto que esto está explícitamente enseñado por muchos eruditos Reformados. Por otra parte la pregunta se refiere al designio de la expiación. Al enviar el Padre a Cristo, y al venir Cristo al mundo para hacer expiación por el pecado, y al hacerla; ¿tuvo el designio o el propósito de salvar de entre todos los hombres únicamente a los elegidos? esta es la pregunta, y únicamente ésta.

 

2. DEFINICIÓN DE LA POSICIÓN REFORMADA. La posición Reformada CS que Cristo murió con el propósito de salvar efectivamente y con toda seguridad a los elegidos, y nada más a los elegidos. Esto equivale a decir que murió con el propósito de salvar sólo a aquellos a quienes aplica con positivo efecto los beneficios de su obra redentora. Se han hecho diversos intentos en círculos que pretenden ser Reformados para modificar esta posición. Los arminianos holandeses sostienen que Cristo murió con el propósito de hacer posible la salvación para todos los hombres sin excepción, aunque no todos se salvarán. La salvación se les ofrece en términos más fáciles que aquellos en que se le ofreció a Adán, es decir, sobre la condición de la fe y de la obediencia evangélicas, una condición que ellos pueden cumplir en virtud del don de Dios de la gracia común, o gracia suficiente, para todos los hombres. Los universalistas calvinistas procuran mediar entre la posición Reformada y la de los arminianos. Distinguen un doble decreto de Dios

 

a. Un decreto para enviar a Cristo al mundo a salvar a todos los hombres por medio de su muerte expiatoria, sobre la condición de fe en El. No obstante, debido a que Dios vio que su propósito fallaría, puesto que ninguno podría aceptar a Cristo por medio de la fe, El hizo que al primero siguiera un segundo decreto

b. Un decreto para dar a cierto número de elegidos la gracia especial, para engendrar la fe en sus corazones y para asegurar su salvación. Esta teoría dudosa y muy insatisfactoria fue sostenida por la Escuela de Saumur (Cameron, Amyraldus y Testardus, y también por eruditos ingleses como Wardlaw, John Brown y James Richards. Algunos teólogos de Nueva Inglaterra, como Emmons, Taylor, Park y Beman tuvieron una teoría un tanto parecida. Los teólogos Marrow de Escocia fueron perfectamente ortodoxos al mantener que Cristo murió con el propósito de salvar tan sólo a los elegidos, aunque algunos de ellos usaron expresiones que también señalan hacia una referencia más general de la expiación. Dijeron que Cristo no murió por todos los hombres, pero que de todos modos ha muerto, es decir, está disponible para todos. El amor de Dios que da y que es universal lo condujo a hacer un hecho el regalo y la concesión a todos los hombres; y esto es el fundamento para la oferta universal de salvación. No obstante, su amor que elige, amor especial, tiene como resultado la salvación únicamente de los elegidos. Los más importantes de los teólogos Marrow fueron Hog, Boston, y los dos Erskine.

 

3. PRUEBA DE LA DOCTRINA DE LA EXPIACIÓN LIMITADA. Pueden darse las pruebas siguientes acerca de la doctrina de la expiación particular :

a. Debe afirmarse, primero que todo, como un principio general, que los designios de Dios son siempre eficaces de toda seguridad y no pueden frustrarse por las acciones del hombre. Esto se aplica también al propósito de salvar a los hombres por medio de la muerte de nuestro Señor Jesucristo. Si hubiera sido su intención salvar a todos los hombres este propósito no habría podido ser frustrado por la incredulidad del hombre. Se admite completamente que sólo un número limitado será salvo. En consecuencia, ellos son los únicos que Dios ha determinado salvar.

 

b. La Escritura repetidamente califica a aquellos por quienes Cristo puso su vida de un modo tal que indica una perfecta limitación. Aquellos por quienes

sufrió y murió se llaman de varios modos: "sus ovejas", Jn. 10: 11, 15; "su iglesia", Hech. 20: 28; Ef. 2: 25-27; "su pueblo", Mat. 1: 21, y "los elegidos", Rom. 8: 32-35.

 

c. La obra sacrificadora de Cristo y su obra intercesoria, son, en principio, dos aspectos diferentes de su obra expiatoria, y por tanto, la medida de la una no

puede ser más amplia que la de la otra. Ahora bien, Cristo muy definidamente limita su obra intercesoria, cuando dice: "no ruego por el mundo sino por los que me diste", Juan 17: 9. ¿Por qué limitaría su oración intercesoria si hubiera pagado el precio de la redención de todos?

 

d. Debe notarse también que la doctrina de que Cristo murió con el pro-pósito de salvar a todos los hombres, conduce lógicamente a un universalismo absoluto, es decir, a la doctrina de que todos los hombres en verdad se salvarán. Es imposible que aquellos por quienes Cristo pagó el precio, cuya culpa quitó, se pierdan a causa de aquella culpa. Los arminianos no pueden detenerse a la mitad de su meta, sino que deben continuar hasta el fin.

 

e. Si se dice, como algunos dicen que la expiación fue universal, pero que la aplicación de ella es particular; que Cristo hizo posible para todas las salvaciones, pero que de manera efectiva sólo salva a un número limitado, deberá indicarse que hay una inseparable conexión entre la adquisición y la concesión actual de la salvación. La Biblia enseña claramente que el designio y efecto de la obra expiatoria de Cristo no es de modo único hacer posible la salvación, sino reconciliar a Dios y el hombre, y poner a los hombres en la posesión verdadera de la salvación eterna, una salvación que muchos fallan en obtener, Mat. 18: 11; Rom. 5: 10; II Cor. 5; Gal 1: 4; 3: 13; Ef. 1: 7.

 

f. Y si se hiciera la afirmación de que el designio de Dios y de Cristo fue con toda evidencia condicional, contingente con la fe y la obediencia del hombre, se llamaría la atención al hecho de que la Biblia enseña claramente que Cristo por medio de su muerte adquirió la fe, el arrepentimiento y todos los otros efectos de la obra del Espíritu Santo en favor de su pueblo. Consecuentemente, no hay condiciones cuyo cumplimiento dependa simplemente de la voluntad del hombre. La expiación también asegura el cumplimiento de las condiciones que deben satisfacerse para obtener la salvación, Rom. 2: 4; Gal 13: 13, 14; Ef. 1: 3, 4; 2: 8; Fil 1: 29; II Tim. 3: 5, 6.