La más Amplia Consecuencia de la Expiación

Se preguntará, si la expiación operada por Cristo para la salvación de los elegidos, y solamente de los elegidos, tiene alguna otra consecuencia más amplia. Esta pregunta se discute frecuentemente en la teología escocesa formulándola así: ¿No murió Cristo también por los no elegidos, en algún otro sentido que no haya sido el de salvarlos? Esta pregunta fue discutida por varios de los más antiguos teólogos, por ejemplo, Rutherford, Brown y Dickson pero la contestaron en forma negativa. Dice Walker, "sostuvieron ciertamente la suficiencia intrínseca de la muerte de Cristo para salvar al mundo o mundos; pero eso nada tenía que ver con el propósito de Cristo, o con lo que Cristo cumplió. La frase de que Cristo murió suficientemente por todos no fue aprobada, porque el `por' parecía implicar alguna realidad de verdadera sustitución". Durham negó que cualquiera merced dispensada a los réprobos, y aun disfrutada por ellos pudiera considerarse el fruto adecuado, o adquirido mediante la muerte de Cristo; pero al mismo tiempo mantuvo que ciertas consecuencias de la muerte de Cristo correspondientes a una clase de progreso pueden alcanzar a los malvados, aunque es dudoso que esto pueda considerarse como bendición para ellos. Esta fue también la posición que tomaron Rutherford y Gillespie. Los teólogos Marrow de Escocia, aunque sostenían que Cristo murió con el propósito de salvar únicamente a los elegidos, dedujeron de la oferta universal de salvación que la obra de Cristo tenía también una consecuencia más amplia, y que, diciéndolo en sus propias palabras, "Dios el Padre movido únicamente por su amor gratuito para la humanidad perdida había convertido en hecho el don y la concesión de su Hijo Jesucristo para todos los hombres". 

 

Según ellos, todos los pecadores son legatarios bajo el testamento de Cristo, no realmente en la esencia, sino en la administración del pacto de gracia, pero el testamento se hace efectivo nada más en el caso de los elegidos. La posición de ellos fue condenada por la Iglesia de Escocia. Varios teólogos Reformados sostuvieron que, aunque Cristo sufrió y murió únicamente con el propósito de salvar a los elegidos, muchos beneficios de la cruz de Cristo verdaderamente y eso de acuerdo con el plan de Dios producen beneficio para los que no aceptan a Cristo por la fe. Creen que las bendiciones de la gracia común resultan también de la muerte expiatoria de Cristo. Que la obra expiatoria de Cristo tuvo también importancia para el mundo angelical parece deducirse de Ef. 1: 10; y Col. 1: 20. Las cosas de la tierra y las del cielo han sido reunidas en Cristo como cabeza (anakephalaiósasthai), Ef. 1: 10, y se han reconciliado con Dios por medio de la sangre de la cruz, Col. 1: 20. Kuyper sostiene que el mundo angelical que perdió su jefe cuando Satanás cayó, ha sido reorganizado bajo la jefatura de Cristo. Esto reconciliaría o uniría al mundo angelical y al mundo de la humanidad bajo una sola cabeza. Naturalmente, Cristo es la Cabeza de los ángeles en el sentido orgánico en que es Cabeza de la Iglesia. Por último, la obra expiatoria de Cristo dará también por resultado un nuevo cielo y una tierra nueva en los que more la justicia ; un lugar adecuado para la humanidad nueva y glorificada, y dentro de la libertad gloriosa en la que también participará la baja creación, Rom. 8 : 19-22