5.2.1  La Obra Sacrificadora de Cristo

La obra sacerdotal de Cristo fue doble según la Escritura. Su tarea sobre-saliente consistió en ofrecer un sacrificio todo suficiente por el pecado del mundo. Correspondía al oficio sacerdotal que ofreciera dones y sacrificios por el pecado.

 

LA IDEA SACRIFICADORA EN LA BIBLIA

La idea sacrificadora ocupa un lugar muy importante en la Biblia. Diversas teorías se han sugerido para explicar el origen y desarrollo de esta idea, de las cuales las siguientes son las más importantes:

 

1. La teoría-regalo, que sostiene que los sacrificios fueron presentados originalmente a la deidad, entregados con la intención de establecer buenas relaciones y de asegurar los favores. Esto se basa sobre un concepto de Dios, muy indigno de Él, y que está totalmente fuera de armonía con la representación que de Él hace la Escritura.

 

Además, esta teoría no explica por qué el regalo había de ser traído siempre en la forma de un animal pasado a cuchillo. La Biblia no habla de ofrecer regalos a Dios (Heb. 5: 1), sino únicamente como expresiones de gratitud, y no con el propósito de cortejar el favor de Dios.

 

2. La teoría de sacramento-comunión, basada en la idea totemista de reverenciar un animal que se suponía que participaba de la naturaleza divina. En ocasiones solemnes ese animal sería pasado a cuchillo para proporcionar alimento al hombre, que de esta manera comía literalmente a su Dios y asimilaba las cualidades divinas. No obstante, nada hay en absoluto en el libro del Génesis que sugiera un concepto tan abiertamente materialista y torpe. Como un todo está totalmente en desacuerdo con la explicación bíblica. Esto, en consecuencia, no quiere decir que algunos paganos no hayan tenido este concepto posteriormente, pero sí, que es por completo infundado considerarlo como el concepto original.

 

3. La teoría homenaje, según la cual los sacrificios fueron originalmente expresiones de homenaje y dependencia. El hombre fue impulsado a buscar comunión estrecha con Dios, no a causa de un sentido de culpa sino por un sentimiento de dependencia y un deseo de rendir homenaje a Dios. Esta teoría no hace justicia a los hechos en el caso de sacrificios tan primitivos como los de Noé y Job; ni tampoco explica por qué este homenaje había de rendirse en la forma de un animal pasado a cuchillo.

 

4. La teoría-símbolo, que reconoce las ofrendas como símbolos de comunión restaurada con Dios. La muerte del animal tenía lugar únicamente para asegurar la sangre que como símbolo de vida se depositaba sobre el altar, significando comunión de vida con Dios (Keil). Esta teoría no cuadra ciertamente con los hechos en el caso de los sacrificios de Noé y Job, ni tampoco con los de Abraham, en general, ni en el caso particular en que colocó a Isaac sobre el altar. Tampoco explica por qué en días posteriores se dio tanta importancia a la muerte del animal.

 

5. La teoría propiciatoria, que considera a los sacrificios como que fueron, originalmente, propiciatorios o expiatorios. Se fundó sobre esta teoría la idea fundamental de que matar al animal era una expiación vicaria por los pecados del ofrendante. A la luz de la Escritura esta teoría en verdad merece la preferencia. La idea de que cualesquiera otros elementos que hubieran estado presentes, tales como una expresión de gratitud a Dios o de comunión con El, el elemento expiatorio estaba también presente y hasta era el más sobresaliente, está favorecida por las siguientes consideraciones:

 

a. El efecto que se consigna de los holocaustos de Noé es expiatorio, Gen 8: 21

b. La ocasión para el sacrificio ofrecido por Job descansaba en los pecados de sus hijos, Job 1 : 5

c. Esta teoría explica el hecho de que los sacrificios fueron traídos regularmente en la forma de animales pasados a cuchillo, y de que fueran sangrientos, incluyendo, el sufrimiento y la muerte de la víctima.

d. Está por completo en armonía con el hecho de que los sacrificios que prevalecieron, generalmente, entre las naciones gentílicas, se consideraban, verdaderamente, como expiatorios.

e. Además, está en perfecto acuerdo con la indudable presencia de diversas promesas del Redentor futuro en el período pre-mosaico. Esto debe recordarse por aquellos que consideran la idea expiatoria de los sacrificios como demasiado avanzada para aquel tiempo.

f. Por último, también acomoda perfectamente con el hecho de que, cuando se introdujeron los sacrificios rituales mosaicos en los que el elemento propiciatorio era ciertamente el más sobresaliente, en ninguna manera se pre-sentó eso como algo por completo nuevo. Entre aquellos que creen que el elemento propiciatorio estuvo presente aun en los sacrificios pre-mosaicos hay una diferencia de opinión en cuanto al origen de este tipo de sacrificios.

 

Algunos son de opinión que Dios instituyó estos sacrificios mediante un mandato divino directo, en tanto que otros sostienen que la obediencia a ellos se debió a un impulso natural del hombre acompañado de reflexión. La Biblia no consigna ninguna declaración especial que demuestre que en aquellos primitivos tiempos Dios ordenara al hombre servirle con sacrificios. Y no es imposible que el hombre expresara su gratitud y devoción en los sacrificios, aun antes de la caída, conducido por los impulsos íntimos de su propia naturaleza. Pero parecería que los sacrificios expiatorios, tiempo después de la caída, pudieron originarse tan sólo en un mandato divino. Hay mucha fuerza en los argumentos del Dr. A. A. Hodge. Dice:

 

1. Es inconcebible que se le ocurriera a la mente humana como una sugestión espontánea lo adecuado de presentar dones materiales al Dios invisible, o bien, la probable utilidad de ello, y especialmente, de intentar propiciar a Dios por medio de la muerte de sus criaturas irracionales.

 

2. Sobre la hipótesis de que Dios intentaba salvar a los hombres es  inconcebible que los hubiera dejado sin instrucción respecto a un asunto tan vital como que concernía a los medios por los cuales podrían aproximarse a su presencia y conciliar su favor.

 

3. Es característico de todas las revelaciones que de sí hace Dios, bajo todas las dispensaciones, que se manifiesta como celoso del uso que el hombre haga de métodos desautorizados para adorarlo o servirlo. Uniformemente insiste sobre este punto preciso de su derecho soberano para dictar métodos de adoración y servicio tanto como también términos de aceptación.

 

4. Como asunto de hecho, en forma exacta, el primer caso que se consigna de adoración aceptable en la familia de Adán nos trae ante los sacrificios sangrientos y los sella con la aprobación divina. Aparecen en el primer acto de adoración, Gen 4: 3, 4. Están enfáticamente aprobados por Dios desde el momento en que aparecen". Los sacrificios mosaicos fueron con claridad instituidos por disposición divina.