4.5.3  Sentado a la Diestra de Dios

1. Prueba escritural del estar sentado. Cuando Cristo se presentó delante del sumo sacerdote predijo que se sentaría a la diestra del poder, Mat. 26: 64. Pedro menciona esto en sus sermones, Hech. 2: 33-36; 5: 31. En estos dos pasajes el dativo tei dexiai tiene que tomarse en el sentido más usual aunque en el primero de los dos la cita del versículo 34 favorece la interpretación local. También se hace referencia a esto en Ef. 1: 20-22; Heb. 10: 12; I Ped. 3: 22 Apoc. 3: 21; 22: 1. Además de estos pasajes hay otros que hablan del gobierno de Cristo como Rey, Rom. 14: 9; I Cor. 15: 24- 28; Heb. 2: 7, 8.

 

2. La importancia de "el estar sentado". Naturalmente, la expresión "a la diestra de Dios" es antropomórfica y no debe tomarse al pie de la letra. La expresión, tal como se usa en esta conexión, se deriva de Sal. 110: 1, "Siéntate a mi diestra hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies". Estar sentado a la diestra del rey podría ser únicamente una señal de honor, I Reyes 2: 19; pero podría también designar participación en el gobierno, y en consecuencia, en el honor y la gloria. En el caso de Cristo fue, indudablemente, indicación del hecho de que el Mediador recibió el dominio para gobernar sobre la iglesia y sobre el universo, siendo hecho participante de la gloria correspondiente. Esto no significa que Cristo no hubiera sido Rey de Sión antes de este tiempo, sino que ahora inauguró su reino de manera pública como Dios-hombre y como tal recibió el encargo de gobernar la Iglesia, el cielo y la tierra, y comienza solemnemente esta administración actual del poder concedido a Él, Esto en perfecta conformidad con lo que dice Calvino, es decir, que la afirmación de que Cristo se sentó a la diestra de Dios equivale a decir "que fue instalado en el gobierno de los cielos y de la tierra, y admitido formalmente a la posesión de la administración encargada a Él, y no sólo admitido en forma provisional sino para continuar en ella hasta que regrese para hacer juicio". Es del todo claro que sería un error inferir del hecho de que la Biblia habla de Cristo "sentado" a la diestra de Dios, que la vida a la cual el Salvador resucitado ascendió sea una vida de descanso. Es y sigue siendo una vida de incesante actividad. Las afirmaciones de la Biblia varían. Cristo no sólo se presenta como sentado a la diestra de Dios, sino también, simplemente, como que está a la diestra de Dios, Rom. 8: 34; I Ped. 3: 22, o que permanece allí, Hech. 7: 56; y aun como paseando en medio de las siete lámparas de oro. Sería, en igual forma, erróneo llegar a la conclusión de que, del énfasis puesto sobre la dignidad real y el gobierno de Cristo, sugeridos, como es natural, por la idea de que está sentado a la diestra de Dios, tengamos que deducir que la obra en la que se empeña durante aquel celestial estar sentado, sea exclusivamente de gobierno, y por tanto, ni profético ni sacerdotal.

 

3. La obra de Cristo durante su estar sentado. Merece que insistamos en que Cristo, aunque está sentado a la diestra de Dios, no es nada más un recipiente pasivo del dominio, poder, majestad y gloria divinos, sino que está activamente empeñado en la continuación de su obra medianera.

 

a. Puesto   que la   Biblia   relaciona con   mucha frecuencia "el estar sentado" con el gobierno real de Cristo, es natural pensar, primero que todo, en su obra como Rey. Gobierna y protege a su iglesia por medio de su Espíritu Santo, y también la gobierna por medio de sus oficiales designados. Tiene todas las fuerzas del 'cielo bajo su mandato: Los ángeles son sus mensajeros, siempre listos para traer sus bendiciones a los santos y para defenderlos de los peligros que los rodean. Ejerce su autoridad sobre las fuerzas de la naturaleza, y sobre todos los poderes que son hostiles al Reino de Dios, y continuará reinando de esta manera hasta que haya sujetado al último enemigo.

 

b. No obstante, su obra no se limita a su gobierno real. El es sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec. Cuando clamó en la cruz, "Consumado es" no quiso decir que su oficio sacerdotal había terminado, sino, nada más que sus padecimientos activos habían llegado a su terminación. La Biblia también conecta la obra sacerdotal de Cristo con su "estar sentado'' a la diestra de Dios, Zac. 6: 13; Heb. 4: 14; 7: 24, 25; 8: 1-6; 9: 11-15, 24-26; 10: 19, 22; I Juan 2: 2. Cristo está presentando continuamente su sacrificio perfecto al Padre como la base suficiente para la concesión de la gracia perdonadora de Dios. Está sin cesar, aplicando su obra sacrificial y haciéndola efectiva para la justificación y santificación de los pecadores. Además, está haciendo continua intercesión por aquellos que son suyos, abogando por su aceptación sobre la base de su sacrificio perfecto, y porque sean guardados del mundo, y haciendo que sus oraciones y servicios sean aceptables a Dios. Los luteranos insisten en el hecho de que la intercesión de Cristo es vocalis et realis, en tanto que los Reformados acentúan el hecho de que consiste, fundamentalmente, en la presencia de Cristo en su naturaleza humana con el Padre, y de que las oraciones tienen que ser consideradas como la presentación de legítimos derechos más bien que como súplicas.