Según Romanos 9

 

Éste es también el propósito del Apóstol en la totalidad del capítulo noveno de su Epístola a los Romanos. Él había afirmado, en concordancia con las predicciones de los antiguos profetas, que los judíos, como nación, serían desechados, mientras que las bendiciones de la verdadera religión serían extendidas a los gentiles. Para probar este punto, muestra primero que Dios no estaba ligado por Su promesa a Abraham a salvar a todos los descendientes naturales del patriarca. Al contrario, que era una prerrogativa que Dios, como soberano, reivindicaba y ejercía, tener misericordia de quien quisiera, y de rechazar a quien quisiera. Escogió a Isaac en lugar de a Ismael, a Jacob y no a Esaú, y, en este caso, para demostrar que la elección era perfectamente soberana, fue anunciada antes del nacimiento de los niños. antes que hubieran hecho bien o mal. A Faraón lo endureció. Lo dejó a si  mismo para que fuera un monumento de Su justicia. Este derecho, que Dios reivindica y ejerce, de elegir a quien Él quiera para ser receptor de su misericordia, no involucra injusticia alguna, como nos enseña el Apóstol. Nadie tiene derecho a quejarse si, para manifestación de Su misericordia, salva a algunos de la culpable familia humana; y para mostrar su justicia, deja a otros que lleven la justa retribución de sus pecados. Dios, como nos dice Pablo, actuó en base de este principio con los judios. La nación como nación fue desechada, pero fue salvado un remanente. Y este remanente fue mismo una «elección de gracia», esto es, personas escogidas gratuitamente. Pablo mismo era una ilustración de esta elección, y una prueba de su naturaleza totalmente gratuita. Él era un perseguidor y blasfemo, y mientras estaba lanzado precisamente a la actividad de su maligna oposición, fue repentina y milagrosamente convertido. Aqui, si no en ningún otro caso, la elección fue por gracia. No habia nada en Pablo que le distinguiera favorablemente con respecto a otros fariseos incrédulos. No podía ser el previa conocimiento de su fe y arrepentimiento la base de su elección, porque fue llevado a la fe y al arrepentimiento por la soberana e irresistible intervención de Dios. Sin embargo, lo que fue cierto de Pablo es cierto de todos los otros creyentes. Todo aquel que es llevado a Cristo es llevado de tal manera que le es revelado a su propia consciencia, y es abiertamente confesado con la boca, que su conversión es de Dios y no de él mismo; que él es un monumento de la elección de gracia; que él, al menos, no fue escogido debido a sus merecimientos.