Símbolo de la Obra Intercesora

Aunque la obra sacrificadora de Cristo fue simbolizada al principio mediante las funciones sacerdotales en el altar de bronce y en los sacrificios traídos a él, su obra intercesora se prefiguró mediante la quema diaria de incienso en el altar de oro, en el Lugar Santo. La nube siempre ascendente de incienso no era nada más un símbolo de los que oraban en Israel, sino también un tipo de la oración sumo sacerdotal de nuestro gran Sumo Sacerdote.

 

Esta acción simbólica de quemar incienso no estaba disociada de la entrega de sacrificios sobre el altar de bronce, sino estrechamente relacionada con ella. Se refería a la aplicación de la sangre de las más importantes ofrendas por el pecado, la cual se aplicaba a los cuernos del altar de oro, llamado también altar del incienso, se rociaba hacia el velo, y en el gran Día de la Expiación se traía hasta el interior del Lugar Santísimo y se rociaba sobre el propiciatorio. Esta manipulación de la sangre simbolizaba la presentación del sacrificio a Dios que mora entre los querubines. El Lugar Santísimo, claramente, era un símbolo y tipo de la ciudad cúbica, la celestial Jerusalén. Hay todavía otra relación entre la obra sacrificadora del altar de bronce y la intercesión simbólica del altar de oro. El hecho de que el incienso tuviera que ser quemado, únicamente, sobre brasas ardientes tomadas del altar de los holocaustos, era una indicación del hecho de que la intercesión estaba fundada sobre el sacrificio y en ningún otro modo podría haber sido efectiva. Esto indica con claridad que la obra intercesora de Cristo en el cielo se funda sobre su obra sacrificadora perfectamente ejecutada, y sólo sobre esta base es aceptable.