Características de la Obra Intercesora

Hay tres características, especialmente, de la obra intercesora de Cristo, a las que debe dirigirse la atención:

 

1. LA CONSTANCIA DE SU INTERCESIÓN. Necesitamos no Sólo un Salvador que haya completado una obra objetiva para nosotros en el pasado, sino también uno que diariamente esté ocupado en asegurar para los suyos la aplicación subjetiva de los frutos del sacrificio cumplido. Decenas de millares de personas demandan su atención a cada, momento y un instante de interrupción sería fatal para sus intereses. Por lo mismo, El siempre está alerta. Está despierto a todos sus deseos sin que se le escape ninguna de sus oraciones.

 

2. EL CARÁCTER AUTORITATIVO DE SU INTERCESIÓN. No es completamente correcto representarlo como suplicante ante el trono de Dios implorando los favores del Padre para su pueblo. Su oración no es la petición de la criatura al Creador, sino el ruego del Hijo al Padre. "El conocimiento cabal de su dignidad igual, de su potencia y prevalente intercesión se conoce en esto, en que siempre que pide, o declara que pedirá alguna cosa del Padre, lo declara siempre con las palabras eroto, eroteso, una petición, es decir, sobre términos iguales ( Juan 14: 16; 16 : 26 ; 17 : 9, 15, 20), nunca aiteo o aiteso". Cristo permanece delante del Padre como un intercesor autorizado, y como uno que puede presentar demandas legales. Puede decir: "Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy ellos estén también conmigo", Juan 17: 24.

 

3. LA EFICACIA DE SU INTERCESIÓN. La oración intercesora de Cristo nunca falla. En la tumba de Lázaro el Señor expresó la seguridad de que el Padre siempre le oía, Juan 11: 42. Sus oraciones intercesoras por su pueblo están basadas en su obra expiatoria; El ha merecido todo lo que pide y en ello descansa la seguridad de que sus oraciones son efectivas. Ellas alcanzarán todo lo que El desea. El pueblo de Dios puede derivar consuelo del hecho de que tienen cerca del Padre un intercesor tan poderoso que siempre triunfa.