5.2.3 La Obra Intercesora
La obra sacerdotal de Cristo no está limitada a la ofrenda sacrificadora que hizo de sí mismo en la cruz. La explicación que a veces se da es que en tanto que Cristo fue sacerdote sobre la tierra, es rey en el cielo. Esto crea la impresión de que su obra sacerdotal está terminada, lo cual de ningún modo es correcto. Cristo no es únicamente un sacerdote terrenal, sino también, y en forma singular, un sumo sacerdote celestial. Aunque está sentado a la diestra de Dios en la majestad en los cielos, es todavía "ministro del santuario, y del verdadero tabernáculo que levantó el Señor y no el hombre", Heb. 8: 2. En la tierra, nada más, comenzó su obra sacerdotal, y la está completando en el cielo. En el sentido estricto de la palabra, Cristo no está reconocido entre los sacerdotes terrenales, los cuales no eran otra cosa que sombras de la realidad venidera, Heb. 8: 4. El es el verdadero, es decir, el sacerdote real, que sirve al santuario verdadero, del cual el tabernáculo de Israel no era sino una sombra imperfecta. Al mismo tiempo El es ahora el sacerdote sobre el trono, nuestro intercesor con el Padre.