5. Los Oficios de Cristo
Tomado de Teología Sistemática de Luis Berkhof Caps 34,35,41 Pags 446-514
LA IDEA DE LOS OFICIOS EN LA HISTORIA
Se ha hecho costumbre hablar de tres oficios en relación con la obra de Cristo, el profético, el sacerdotal, y el real. Aunque algunos de los primitivos Padres de la Iglesia hablaron ya de los diferentes oficios de Cristo, Calvino fue el primero en reconocer la importancia de distinguir los tres oficios del Mediador llamando la atención a este asunto en un capítulo completo de sus Institutos. Entre los luteranos Gerhard fue el primero en desarrollar la doctrina de los tres oficios, Quenstedt consideró la triple distinción, más bien, como carente de significado y llamó la atención al hecho de que algunos teólogos luteranos distinguían únicamente dos oficios, combinando el profético con el sacerdotal. Desde los días de la Reforma la distinción se adoptó casi de modo general como uno de los lugares comunes de la teología, aunque no hubo acuerdo general en cuanto a la importancia relativa de los oficios, ni en cuanto a su interrelación. Algunos colocaron el oficio profético en la mayor prominencia, en tanto que otros hicieron esto con el sacerdotal, y otros más con el real.
Hubo quienes les aplicaron la idea de una sucesión cronológica pensando que Cristo actuó como profeta durante su ministerio público sobre la tierra; que actuó como sacerdote en sus últimos sufrimientos y muerte en la cruz, y como rey, ahora que está sentado a la diestra de Dios. No obstante, otros correctamente insistieron en el hecho de que El debe ser considerado en funciones de su triple capacidad tanto en su estado de humillación como en el de exaltación. Los socinianos reconocieron en verdad sólo dos oficios: Cristo funcionó como profeta en la tierra, y funciona como rey en el cielo. Aunque hablaron de Cristo como sacerdote, clasificaron su obra sacerdotal bajo la real y, por tanto, no reconocieron su sacerdocio terrenal.
Hubo mucha oposición en la Iglesia luterana a la doctrina de los tres oficios de Cristo. Ernesti da un sumario de las objeciones que se levantaron. Según él, la división es puramente artificial; los términos profeta, sacerdote y rey no se usan en la Escritura en el sentido que implica esta división; es imposible discriminar claramente una función de la otra en la obra de Cristo; y los términos tal como se usan en la Escritura se aplican a Cristo nada más con el sentido de tropos, y por tanto, no pueden tener un significado preciso unido a ellos, para designar fracciones particulares de la obra de Cristo. En respuesta a esto puede decirse que hay muy poca fuerza en esta crítica del uso de los términos, puesto que se usan a través del Antiguo Testamento como designaciones para aquellos que en los oficios de profeta, sacerdote y rey tipificaron a Cristo. La única crítica en verdad significativa se debe al hecho de que en Cristo los tres oficios están unidos en una persona. El resultado es que no podemos discriminar tajantemente entre las diferentes funciones de la obra oficial de Cristo. La obra mediatoria siempre es trabajo de una persona completa; ningún acto particular puede limitarse a uno solo de los oficios. De los teólogos luteranos posteriores, Reinhard, Doederlein, Storr y Bretschneider rechazaron la distinción. Ritschl también la objetó y sostuvo que el término "vocación" debiera tomar el lugar de la palabra equívoca "oficio". Además, considera la función real o la actividad de Cristo como fundamental, y la sacerdotal y profética como secundaria y subordinada; la primera, para indicar la relación del hombre con el mundo, y la última, su relación con Dios. Además, insiste en el hecho de que su realeza profética y sacerdotal debe afirmarse por igual acerca de su estado de humillación como del de su exaltación. Haering sigue a Ritshl en su negación de los tres oficios y en su énfasis sobre la vocación. La teología moderna es adversa a la idea completa, en parte debido a que le disgusta la terminología de las escuelas, y en parte porque rehúsa pensar en Cristo según su carácter oficial. Está tan enamorada de Cristo como el Hombre Ideal, el amante Ayudador y el Hermano Mayor tan verdaderamente humano, que teme considerarlo en su función formal mediatoria, puesto que esto serviría para deshumanizarlo.
IMPORTANCIA DE LA DISTINCIÓN
La distinción de los tres oficios de Cristo es valiosa y debe conservarse, a pesar del hecho de que su aplicación consistente con los dos estados de Cristo no siempre resulta fácil ni siempre ha sido igualmente exitosa. El hecho de que Cristo fue ungido para un oficio triple encuentra su explicación en el hecho de que el hombre fue planeado desde el principio para este triple oficio y trabajo. Según fue creado por Dios, el hombre era profeta, sacerdote y rey, y como tal fue capacitado con conocimiento y entendimiento, con justicia y santidad, y con dominio sobre la baja creación. El pecado afectó a toda la vida del hombre y se manifestó no sólo como ignorancia, ceguedad, error y mentira, sino también como injusticia, culpa, y corrupción moral, y además de eso, como miseria, muerte y destrucción.
De aquí que se hiciera necesario que Cristo como nuestro Mediador fuera profeta, sacerdote y rey. Como profeta presenta a Dios ante el hombre; como sacerdote presenta al hombre en la presencia de Dios; y como rey ejerce su dominio, y restaura el dominio original del hombre. El racionalismo reconoce únicamente al oficio profético de Cristo; el misticismo tan sólo su oficio sacerdotal; y el quilianismo pone un énfasis unilateral sobre su futuro oficio real.