En el Pecado

La relación de la Providencia de Dios con el pecado.

 

Con respecto a los actos pecaminosos de los hombres, las Escrituras enseñan:

 

(1) Que están de tal manera bajo el control de Dios que pueden acontecer sólo por permisión de él y en ejecución de sus propósitos. El los conduce de tal manera en el ejercicio de su maldad que las formas particulares de su manifestación son determinadas por la voIuntad de Dios. En 1 Cr 10:4-14 se dice que Saúl se mató a si mismo, pero en otro pasaje se afirma que Dios lo mató y le dio el reino a David.

 

También se dice que El endureció el corazón de Faraón; que Él endureció el corazón de Sehón rey de Hesbón; que ÉI llevó a los corazones de los gentiles a que aborrecieran a su pueblo; que Él ciega los ojos de los hombres y les envia una operaclón de error para que crean una mentira; que El agita las naciones a la guerra. «Dios», se dice en Ap 17: 17, «ha puesto en sus corazones el ejecutar lo que él se propuso: ponerse de acuerdo, y dar su reino a la bestia, hasta que se cumplan las palabras de Dios».

 

(2) Las Escrituras enseñan que la maldad de los hombres queda reprimida dentro de límites prescritos. Sal 76: 10: «Ciertemente la ira del hombre te acarreará alabanza; tú reprimirás el resto de las iras». 2 R 19:28. «Por cuanto te has airado contra mí, por cuanto tu arrogancia ha subido a mis oídos, yo pondré mi garfio en tu nariz, y mi freno en tus labios, y te haré volver por el camino donde viniste».

 

(3) Las acciones malvadas pueden ser vueltas para bien.

La malvada conducta de los hermanos de José, la terquedad y desobediencia de Faraón, el anhelo de conquista y codicia de rapiña que conducía a los gobernantes gentiles en sus invasiones de Tierra Santa; sobre todo, la crucifixión de Cristo las persecuciones de la Iglesia, las revoluciones y guerras entre las naciones han sido manejadas de tal manera por Aquel que se sienta como gobeman;e en los cielos?, que han llevado al cumplimiento de sus sabios y misericordiosos designios.

 

(4) Las Escrituras enseñan que la providencia de Dios con respecto a los pecados de los hombres es tal que la pecaminosidad de los mismos procede sólo de la criatura y no de Dios, que ni es ni puede ser el autor ni aprobador del pecado. 1 Jn 2:16: «Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la came, la codicia de los ojos, y Ia soberbia de la vida, no proviene del Padre [no de Él como fuente o autor], sino del mundo». Stg 1..13. «Que nadie diga cuando es tentado: Estoy siendo tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie».

 

Jer 7:9: «Hurtando, matando, adulterando, jurando en falso, e incensando a Baal, y andando tras dioses extraños que no conocisteis, ¿vendréis y os pondréis delante de mí en esta casa sobre la cual es invocado mi nombre, y diréis: Ya estamos a salvo; para seguir haciendo todas estas abominaciones?»

Así, el hecho de que Dios gobiema a todas sus criaturas y todas sus acciones está claramente enseñado en las Escrituras. Y este hecho es el fundamento de toda religión. Es la base de la consolación de su pueblo en todas las edades; y: se puede decir que es la convicción intuitiva de todos los hombres, por inconsecuente que sea con sus teorías filosóficas o con sus profesiones. El hecho de esta providencia universal de Dios es todo lo que la Biblia enseña. En ninguna parte trata de informamos de cómo hace Dios para gobernar todas las cosas, ni como su control efectivo debe reconciliarse con la eficiencia de las causas segundas. Todos los intentos de los filósofos y teólogos para explicar este punto pueden ser declarados como fracasos, y peor que fracasos, porque no sólo suscitan más dificultades que las que resuelven, sino que en casi todos los casos incluyen principios o conducen a conclusiones incongruentes con las llanas enseñanzas de la palabra de Dios. Estas teorias se basan todas en algún principio apriori que es aceptado sobre una base no más alta que la de la razón humana.