3. La Unipersonalidad de Cristo

Tomado de Teología Sistemática de Luis Berkhof, CAP 31   Pags 399-405
 

En el año 451 D.C. el Concilio de Calcedonia se reunió y formuló la fe de la Iglesia respecto a la persona de Cristo, y declaró que "lo reconoce en sus dos naturalezas, inconfundibles, incambiables, indivisibles, e inseparables; estas naturalezas se distinguen en que no se pierden por la unión, sino que más bien la propiedad de cada una de ellas se preserva, y en que concurren en una persona y en una Subsistencia, no repartidas o divididas entre dos personas". Esta formulación es negativa, principalmente, y sólo procura conservar la verdad en contra de diferentes conceptos heréticos. Afirma claramente la fe de la Iglesia primitiva respecto a la Persona de Cristo, pero no intenta explicar el misterio que envuelve, un misterio que no es susceptible de explicación natural. Se permitió al gran milagro central de la historia presentarse en toda su grandeza, la suprema paradoja, para usar el lenguaje bartiano, Dios y hombre en una persona. Se nos dice únicamente lo que Jesús es, sin ningún intento de mostrarnos cómo se convirtió en lo que es. La gran verdad enunciada es que el Hijo eterno de Dios tomó sobre sí nuestra humanidad, y no como Brunner nos lo recuerda, que el hombre Jesús adquirió la divinidad. La declaración del Concilio de Calcedonia da testimonio de un movimiento de Dios hacia el hombre más bien que viceversa. Han pasado siglos desde aquel tiempo; pero exceptuando ciertas explicaciones, la iglesia realmente nunca ha llegado más allá de la fórmula de Calcedonia. Siempre ha reconocido que la encarnación es un misterio que desafía toda explicación. Y así seguirá siendo porque es el milagro de los milagros. Diversos intentos se han hecho en el curso del tiempo para dar una explicación psicológica de la persona de Jesucristo, pero todas estaban destinadas a fracasar, porque Él es el Hijo de Dios, el verdadero Dios, y una explicación psicológica de Dios está fuera de toda discusión. Los párrafos siguientes tienen el propósito de darnos una breve declaración de la doctrina de la Iglesia.